Cómo funciona la desinformación
Brandon Smith
Information Clearing House
Traducido del inglés para Rebelión por Germán
Leyens
Hubo un tiempo, hace relativamente poco, en el
que los gobiernos y los grupos de elites que los controlan no consideraban
necesario alistarse en guerras de desinformación.
La propaganda era relativamente inequívoca.
Las mentiras eran mucho más simples. El control del flujo de la información se
dirigía fácilmente. Las reglas se imponían mediante la amenaza de confiscar la
propiedad y la ejecución de cualquiera que se apartara de la rígida estructura
sociopolítica. Los que tenían información teológica, metafísica o científica
fuera de la visión colectiva, convencional y programada del mundo eran
torturados o asesinados. Las elites se guardaban la información para sí mismas
y eliminaban los restos del reconocimiento dominante, a veces durante siglos
antes de que se volvieran a descubrir.
Con la llegada del antifeudalismo y, lo que es
más importante, el éxito de la Revolución Estadounidense, los elitistas ya no
pudieron dominar la información con el filo de la espada o el cañón de un
fusil. El establecimiento de repúblicas, con su filosofía de gobierno abierto y
de gobierno por el pueblo, obligó a las minorías aristocráticas a urdir maneras
más sutiles de obstruir la verdad y mantener así su control sobre el mundo sin
exponerse a la retribución de las masas. Así nació el complejo arte de la
desinformación.
Se refinó y perfeccionó la técnica, la “magia”
de la mentira. La mecánica de la mente y el alma humana se convirtió en una
interminable obsesión para la clase dirigente.
El objetivo era maligno, pero socialmente
radical; en lugar de gastar la imposible energía necesitada para dictar la
forma misma y la existencia de la verdad, permitirían que se fuera al garete,
oscurecida en una niebla de datos manipulados. Envolverían la verdad en un nudo
gordiano de desorientación y maquinación tan estudiada que se sentirían seguros
de que la mayoría de la gente se iba a rendir, renunciando mucho antes de
llegar a terminar de aclarar el engaño. El objetivo no era destruir la verdad,
sino ocultarla a plena vista.
En nuestros tiempos y con métodos
cuidadosamente preparados este objetivo generalmente se ha cumplido. Sin
embargo, estos métodos tienen debilidades inherentes. Las mentiras son
frágiles. Requieren constante atención para mantenerlas vivas. La presentación
de una sola verdad puede desgarrar todo un océano de mentiras, evaporándolo
instantáneamente.
En este artículo, examinaremos los métodos
utilizados para fertilizar y promover el crecimiento de la desinformación, así
como cómo identificar las raíces de la desinformación y cortarlas
efectivamente, aniquilando todo el sistema de falacias de una vez por todas.
Métodos de desinformación en los medios
Los medios dominantes, otrora encargados de la
tarea de investigar la corrupción gubernamental y de mantener bajo control a
los elitistas, se han convertido en nada más que una firma de relaciones
públicas para funcionarios corruptos y sus manipuladores globalistas. Los días
del legítimo “periodista de investigación” han pasado hace tiempo (si
existieron algún día) y el propio periodismo se ha convertido en un rancio
charco de así llamados “editorialistas televisivos” que tratan sus propias
infundadas opiniones como si fueran hechos confirmados.
La apropiación elitista de noticias ha estado
ocurriendo en una u otra forma desde la invención de la máquina impresora. Sin
embargo, los primeros métodos de desinformación en los medios fructificaron
verdaderamente bajo la supervisión del magnate de la prensa William Randolph
Hearst, el cual creía que la verdad era “subjetiva” y estaba sujeta a su
interpretación personal.
Algunas de las principales tácticas utilizadas
por los medios dominantes para engañar a las masas son los siguientes:
Grandes mentiras, retractaciones
insignificantes: las fuentes mediáticas dominantes (en especial los periódicos)
son tristemente célebres por la publicación de noticias deshonestas y no
fundamentadas en su primera plana, y por retractarse tranquilamente en la
última página cuando son atrapados. En ese caso, la intención es introducir la
mentira en la consciencia colectiva. Una vez que la mentira termina por salir a
la luz, ya es demasiado tarde y una gran porción de la población no se dará
cuenta o no se interesará cuando se conozca la verdad.
Fuentes no confirmadas o bajo control
presentadas como hechos: las noticias por cable citan a menudo información de
fuentes “anónimas”, fuentes gubernamentales que tienen interés propio o un plan
obvio, o fuentes de “expertos”, sin suministrar el punto de vista de un
“experto” alternativo. La información suministrada por estas fuentes no suele
estar respaldada por otra cosa que la fe ciega.
Omisión calculada: conocida también como
“selección a gusto” de datos. Una simple información o ítem raíz de la verdad
puede descarrillar toda una noticia de desinformación y, por lo tanto, en lugar
de mencionarla simplemente pretenden que no existe. Cuando se omite el hecho la
mentira puede aparecer como si fuera enteramente racional. Esta táctica también
se utiliza ampliamente cuando agentes de desinformación y periodistas corruptos
participan en debates abiertos.
Distracción y elaboración de relevancia: a
veces la verdad llega a la consciencia pública a pesar de todos los intentos de
los medios por enterrarla. Cuando esto ocurre su único recurso es intentar
cambiar la atención del público y distraerlo as de la verdad que estaba a punto
de llegar a comprender. Los medios lo logran mediante la “sobre-información”
respecto a un tema que no tiene nada que ver con los problemas más importantes
de la actualidad. Irónicamente, los medios pueden tomar una historia sin
importancia e informar sobre ella ad nauseam, ¡llevar a que muchos ciudadanos
asuman que porque los medios no se callan, tiene que ser importante!
Tácticas deshonestas de debate: a veces,
personas que realmente se preocupan por la búsqueda media de honradez e
información legítima basada en hechos se abren paso y aparecen en la
televisión. Sin embargo, pocas veces se les permite compartir sus puntos de
vista o conocimientos sin que tengan que imponerse contra un muro de engaños y
propaganda cuidadosamente articulada. Como los medios saben que perderán
credibilidad si no permiten de vez en cuando que se pronuncien invitados con
puntos de vista opuestos, preparan y coreografían debates especializados en la
televisión en ambientes altamente restrictivos que ponen al invitado a la
defensiva y hacen que le resulte difícil comunicar claramente sus ideas o
hechos.
Los eruditos de la televisión suelen estar
entrenados en lo que se llama comúnmente “Tácticas Alinsky”. Saul Alinsky fue
un relativista moral y un campeón de la mentira como instrumento por el “bien
común”; esencialmente, un Maquiavelo de nuestros días. Sus “Reglas para
radicales” debían servir supuestamente para activistas de base que se oponían
al establishment y subrayaban el uso de cualquier medio necesario para derrotar
a la oposición política. ¿Pero es verdaderamente posible derrotar a un
establishment construido sobre mentiras, utilizando mentiras aún más
perfeccionadas o sacrificando la propia ética? En realidad, sus estrategias
constituyen el formato perfecto para instituciones y gobiernos corruptos a fin
de desviar el disenso de las masas. Actualmente, las reglas de Alinsky las
utiliza más el establishment que los que se le oponen.
La estrategia de Alinsky: ganar a cualquier
precio, aunque haya que mentir
Gobiernos y especialistas de la desinformación
en todo el mundo han adoptado las tácticas de Alinsky, pero son más visibles en
los debates en la televisión. Aunque Alinsky sermoneó sobre la necesidad de la
confrontación en la sociedad, sus tácticas de debate están realmente pensadas
para esquivar una confrontación real y honesta de ideas opuestas mediante
trucos escurridizos y desviaciones. Las tácticas de Alinsky, y su usanza
moderna, se pueden resumir como sigue:
1) El poder no es solo el que posees, sino el
que los adversarios creen que posees.
Vemos esta táctica en muchas formas. Por
ejemplo, presentar el propio movimiento como dominante y al oponente como
marginal. Convencer al oponente de que su lucha es fútil. El lado opuesto puede
actuar de modo diferente o incluso dudar sobre si actuar, sobre la base de su
percepción de tu poder. ¿Cuán a menudo hemos oído lo siguiente: “El gobierno
tiene drones depredadores? Ya no hay nada que hacer…”. Es una proyección de
invencibilidad exagerada hecha para provocar la apatía de las masas.
2) Cuando sea posible, aléjate de la
experiencia de tus adversarios.
No te involucres en un debate sobre un tema
que no dominas tan bien o mejor que el lado opuesto. Si es posible, llévalo a
una situación semejante. Ándate por la tangente. Busca modos de aumentar la inseguridad,
la ansiedad y la incertidumbre en el lado opuesto. Esto se suele utilizar
contra entrevistados involuntarios cuyas posiciones se ajustan para ser
sesgadas en los programas de noticias de cable. Se pilla al entrevistado por
sorpresa mediante argumentos aparentemente irrelevantes que se ve obligado a
encarar. En la televisión y la radio, esto también sirve para perder tiempo de
transmisión a fin de impedir que el objetivo exprese su propia posición.
3) Obliga a tus adversarios a ajustarse a sus propias
reglas.
El objetivo es atacar la credibilidad y
reputación del oponente mediante acusaciones de hipocresía. Si el táctico logra
atrapar al oponente auqneu sea en el menor error, crea una oportunidad para más
ataques y distrae de la cuestión moral más amplia.
4) El ridículo es el arma más poderosa del
hombre.
“Ron Paul es un chalado”, “Los partidarios del
oro están locos”, “Los constitucionalistas son extremistas marginales”. Es casi
imposible rebatir el ridículo sin fundamento porque tiene la intención de ser
irracional. Enfurece a la oposición, que entonces reacciona en tu propio
beneficio. También funciona como un punto de presión para obligar al enemigo a
hacer concesiones.
5) Una táctica no es buena si la gente no
obtiene placer al aplicarla.
La popularización del término “Teabaggers”
[denominación burlesca para partidarios del grupo político Tea Party en EE.UU.,
N.d.T.] es un ejemplo clásico; se impuso porque la gente parece creer que es
ingenioso y les gusta decirlo. El mantener puntos de conversación simples y
divertidos ayuda a que tu lado se mantenga motivado y a que vuestras tácticas
se propaguen autónomamente, sin instrucción o aliento.
6) Una táctica que se practica demasiado
tiempo se agota.
Ved la regla Nº 5. No os convirtáis en
noticias viejas. Si mantenéis frescas vuestras tácticas, es más fácil mantener
activa a vuestra agente. No todos los agentes de la desinformación son pagados.
Los “idiotas útiles” tienen que ser motivados por otros medios. La
desinformación dominante cambia a menudo de velocidad de un método al siguiente
y de vuelta.
7) Mantened la presión con diferentes tácticas
y acciones, y utilizad todos los eventos del período para vuestros propósitos.
Tratad continuamente de usar algo nuevo para
desequilibrar al lado opuesto. Cuando éste domine un tema, atacadlo desde el
flanco con algo nuevo. Nunca hay que dar al objetivo la posibilidad de
descansar, reagruparse, recuperarse o cambiar de estrategia. Hay que aprovechar
los acontecimientos actuales y sesgar sus implicaciones para apoyar vuestra
posición. Nunca hay que desperdiciar una buena crisis.
Cool La amenaza aterroriza más que la acción
misma.
Esto corresponde a la Regla Nº 1. La
percepción es realidad. Permitid que el lado opuesto gaste toda su energía a la
espera de un escenario insuperable. Las calamitosas posibilidades pueden
envenenar fácilmente la mente y llevar a la desmoralización.
9) La ley principal de táctica es el
desarrollo de operaciones que mantengan la presión constante sobre el adversario.
El objetivo de esta presión es obligar al lado
opuesto a reaccionar y cometer los errores que son necesarios para el éxito
final de la campaña.
10) Si impones una negativa lo suficientemente
dura y profundamente, se convertirá en lo contrario.
Como instrumentos del activismo de base, las
tácticas de Alinsky se han utilizado históricamente (por ejemplo, por
movimientos sindicales o especialistas en operaciones clandestinas) para
obligar al lado opuesto a reaccionar con violencia contra activistas, lo que
lleva a la simpatía popular por la causa de los activistas. Actualmente,
movimientos de base y revoluciones falsas (o cooptadas) utilizan esta técnica
en debates así como en acciones callejeras planificadas y rebeliones
(considerad Siria cómo un ejemplo reciente).
11) El precio de un ataque exitoso es una
alternativa constructiva.
No hay que permitir que el enemigo consiga
ventajas porque uno se encuentra ante una solución para el problema. Hoy en
día, esto se utiliza a menudo de modo ofensivo contra activistas legítimos,
como los oponentes a la Reserva Federal. Quejaos de que vuestro oponente solo
“señala los problemas”. Exigid que ofrezca no solo “una solución” sino LA
solución. Obviamente nadie tiene “la solución”. Cuando no logre producir el
milagro que solicitasteis, descartad todo el argumento y todos los hechos que
ha presentado como injustificados.
12) Escoged el objetivo, congeladlo y
polarizadlo.
Separad la red de apoyo y aislad el objetivo
de la simpatía. Los partidarios del lado opuesto se desenmascararán ellos
mismos. Atacad a individuos, no a organizaciones o instituciones. Se hiere más
rápido a la gente que a las instituciones.
La próxima vez que veáis un debate en MSM,
observad cuidadosamente a los expertos y probablemente veréis que muchas, si no
todas, las estrategias mencionadas se utilizan frente a algunos individuos
ingenuos que tratan de decir la verdad.
Métodos de desinformación en internet
Trolls en Internet, conocidos también como
“afiches pagados” o “blogueros pagados” son creciente y abiertamente utilizados
tanto por corporaciones privadas como por gobiernos, a menudo con propósitos de
mercadeo o de “relaciones públicas” (Obama es tristemente conocido por esta
práctica.) El “trolleo” en Internet es por cierto una industria en rápido
crecimiento.
Los trolls usan una amplia variedad de
estrategias, algunas de las cuales son exclusivas de internet. Éstas son solo
unas pocas.
1. Haced comentarios ofensivos para distraer o
frustrar: una táctica de Alinsky utilizada para emocionar a la gente, aunque es
menos efectiva debido a la naturaleza impersonal de la Web.
2. Preséntate como un partidario de la verdad,
luego haz comentarios que desacrediten al movimiento: Hemos visto esto incluso
en nuestros propios foros – trolls se presentan como partidarios del Movimiento
por la Libertad, luego colocan largas diatribas incoherentes para aparentar ser
racistas o dementes. La clave de esta táctica es hacer referencias a argumentos
comunes del Movimiento por la Libertad mientras al mismo tiempo se barbotean
insensateces, para hacer que argumentos de otra manera válidos parezcan
ridículos por asociación. Es sabido que esos “Trolls-troyanos” colocan
comentarios que incitan a la violencia – una técnica que obviamente tiene el
propósito de justificar las aseveraciones de propagandistas de think-tanks, que
pretenden que hay que temer a los constitucionalistas como si fueran
potenciales terroristas del interior.
3. Dominio de discusiones: los Trolls se
interponen frecuentemente en discusiones productivas en la web a fin de
apartarlas de su objetivo y frustrar a los participantes.
4. Respuestas pre-escritas: muchos trolls
reciben una lista o base de datos con puntos de conversación previamente
planificados, preparados como respuestas generalizadas y engañosas a argumentos
honestos. Cuando las colocan, sus palabras suenan extrañamente plásticas y bien
ensayadas.
5. Asociación falsa: esto funciona mano a mano
con el ítem Nº 2, invocando los estereotipos establecidos por el “Troll-troyano”.
Por ejemplo, calificar a los que se oponen a la Reserva Federal” de “teóricos
conspirativos" o “lunáticos”; asociando deliberadamente a los movimientos
antiglobalistas con racistas y terroristas internos; mediante connotaciones
inherentemente negativas; y utilizando asociaciones falsas para provocar
prejuicios y disuadir a la gente de examinar objetivamente la evidencia.
6. Moderación falsa: pretendiendo ser la “voz
de la razón” en una discusión con partes obvias y definidas en un intento de
alejar a la gente de lo que es evidentemente verídico hacia una “área gris”, en
la cual la verdad se hace “relativa”.
7. Argumentos de testaferro: una técnica muy
común. Aunque no lo haga, el troll acusará al lado opuesto de suscribir un
cierto punto de vista y después ataca ese punto de vista. O el troll pone
palabras en la boca del lado contrario y luego rechaza esas palabras
específicas.
A veces estas estrategias son utilizadas por
gente común y corriente con serios problemas de personalidad. Sin embargo, si
se ve a alguien que utiliza frecuentemente estas tácticas, o utiliza muchas de
ellas al mismo tiempo, se puede estar ante un troll de internet pagado.
Detener la desinformación
La mejor manera de desarmar a los agentes de
la desinformación es conocer integralmente sus métodos. Esto nos capacita para
señalar exactamente lo que están haciendo en el instante en que tratan de
hacerlo. La denuncia inmediata de una táctica de desinformación mientras se
está utilizando es altamente destructiva para el usuario. Hace que parezcan
estúpidos, deshonestos y débiles incluso por intentarlo. Los trolls de Internet
en especial no saben cómo enfrentar el hecho de que sus métodos sean
desenmascarados directamente frente a sus ojos y generalmente abandonan el
debate cuando ocurre.
La verdad es preciosa. Es una lástima que haya
tantas personas en nuestra sociedad que perdido el respeto por ella; personas
que han vendido su conciencia y su alma por recompensas financieras temporales
mientras sacrifican la estabilidad y el equilibrio del resto del país al
hacerlo.
La psique humana vive del aire de la verdad.
Sin ella, la humanidad no puede sobrevivir. Sin ella, la especie colapsará a
falta de sustento intelectual y emocional.
La desinformación no solo amenaza nuestra visión
del funcionamiento de nuestro mundo, nos hace vulnerables al miedo, al
malentendido y la duda, cosas todas ellas que llevan a su destrucción. Puede
llevar a buenas personas a cometer terribles atrocidades contra otros o incluso
contra sí mismas. Sin un esfuerzo concertado y organizado por neutralizar las
mentiras producidas en masa, el futuro ciertamente será frío y sombrío.
Contacto: brandon@alt-market.com
Este artículo se publicó originalmente en
Alt-Market
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article32163.htm
La derrota de los medios de comunicación
españoles en las elecciones venezolanas
Ángeles Diez Rodríguez
Rebelión
1.- La derrota mediática
El periódico ABC publicaba, horas antes de conocerse el resultado electoral en
las elecciones presidenciales venezolanas, la derrota del presidente Chávez. El
periódico El País, el mismo día de las elecciones hablaba de un “empate
técnico”. Los dos periódicos son considerados el reflejo de dos posiciones
ideológicas, tal vez no antagónicas pero sí contrapuestas, el primero
representaría la opción más conservadora mientras que el otro la progresista
socialdemócrata. Ambos han hecho campaña contra el presidente Chávez y a favor
de Capriles hasta el último minuto del proceso electoral violando los más
elementales principios de rigor y ética periodística. Ambos han sido
derrotados.
Su artillería se ha apoyado unas veces en la ocultación de los datos más
relevantes y exitosos de la gestión del presidente Chávez, otras en el
ensalzamiento de unas cualidades construidas ad hoc para Capriles, otras en la
magnificación y descontextualización de los problemas de Venezuela y, la mayor
parte de las veces, se ha recurrido al paraperiodismo : la adjetivación y la
descalificación, la parcialidad, la emisión de opiniones como si fueran
información, el falseamiento de datos, la tergiversación de declaraciones, la
generalización de lo anecdótico, el tratamiento superficial y tendencioso, la
inversión de la causa y el efecto, la personificación y demonización del
presidente, la desconexión entre los hechos, etc. Ciertamente los medios
españoles no han sido los únicos medios de comunicación implicados en la
parcialidad y el falseamiento del proceso electoral venezolano pero quizá son,
junto con los medios privados venezolanos, quienes menos han guardado las
formas.
El tratamiento mediático al proceso revolucionario bolivariano es uno de esos
casos paradigmáticos que ilustra a la perfección la guerra de los medios contra
la ciudadanía, hasta el punto de que incluso después de que su candidato, H.
Capriles, fuera derrotado han seguido manteniendo una posición de unánime
descalificación y de sospecha hacia el reelecto presidente Chávez.
El mismo día de las elecciones, el diario El país, bandera insignia del grupo
PRISA y vinculado a los medios privados y a la oposición venezolana, se
despachaba con el titular “Un país en la encrucijada”; artículo cuya entradilla
decía: “ Venezuela, convertida en el Estado más violento de América Latina tras
Honduras, decide hoy si pasa página a los 14 años del régimen autoritario y
populista de Hugo Chávez”. Los autores del artículo, Maye Primera y Luis
Prados, condensaban en estas líneas los dos tópicos que durante años y
especialmente en esta campaña han sido bandera de los partidos de la oposición.
Lanzaban una acusación implícita contra el gobierno de Chávez al
responsabilizarle de los índices de violencia y vinculaban dicha violencia a la
propia figura del presidente llamándole autoritario y populista. Este titular
adquiere un significado especialmente negativo después de la entradilla pues
nos aclara que los dos caminos que definen la encrucijada son, o el
autoritarismo y la violencia del gobierno de Chávez o, implícitamente, la paz,
la moderación y discreción de Capriles (antetítulo del artículo de La
Vanguardia ese mismo día).
El diario ABC y Radio Televisón Española, también utilizaron la misma
estrategia apuntando a la confrontación, la difusión de sospechas sobre
posibles actos de violencia y la inestabilidad de Venezuela. Si ya durante
meses todos los medios masivos españoles trabajaron arduamente para construir
una determinada imagen del proceso electoral venezolano, el día antes de las
elecciones no había por qué cambiar la línea editorial. Su misión ha sido
doble, por un lado, influir en el voto en la dirección de sus pares
venezolanos, por otro, crear las mejores condiciones para justificar una
denuncia de fraude en caso de que los resultados fueran ajustados.
Evidentemente no se trata de una guerra mediática ajena a los intereses y fines
de los actores políticos, la complementariedad de los medios españoles y los
medios privados venezolanos nos descubre una lógica económico-política que
subyace, orienta, diseña y financia esta guerra. Al mismo tiempo, es necesario
contextualizar este tipo de actuaciones en el mapa geoestratégico
latinoamericano, señalar el papel de las empresas españolas (Banesto, BBVA,
Telefónica, Repsol…) su visión recolonizadora y el papel facilitador del reino
de España en el control económico de la zona. Cualquier proyecto de integración
regional autónomo, cualquier proyecto soberanista que suponga un atisbo de riesgo
sobre los intereses empresariales se convierte automáticamente en un flanco a
batir. En este sentido, el proceso bolivariano es una seria amenaza, lo es para
el imperio estadounidense, pero también para sus socios europeos.
Sin embargo, a pesar de toda la carne puesta en el asador mediático, a pesar
del bombardeo y las distintas formas de ingerencia que éste encubre, a pesar de
todo, los medios han sido derrotados por el pueblo venezolano. Ni siquiera ha
sido el presidente Chávez, aunque sin duda su liderazgo ha sido determinante,
la realidad fue que, contra el pronóstico poderoso de la manipulación
informativa, los ciudadanos venezolanos fueron masivamente a votar (más del 80%
en un país donde no es obligatorio hacerlo) y dieron en un 55,26% su respaldo
al candidato Chávez y al proceso bolivariano. Cuestionar la transparencia, la
limpieza y la fiabilidad del sistema electoral venezolano queda fuera de toda
duda razonable dado que ha sido considerado el mejor del mundo por la Fundación
Carter, por los cientos de personas de todo el mundo que actuaron como
acompañantes del proceso y que ha contado con el aval de la propia oposición
venezolana que sancionó el sistema utilizándolo en sus elecciones primarias y
firmando actas de confiabilidad antes de las elecciones. Así pues, perdidas las
apuestas y habiendo comprado gran cantidad de boletos, solo resta rediseñar la
campaña bélica y proceder al reciclado semántico.
Durante años, el proyecto imperial ha jugado a confundir votocracia con
democracia. Educando adecuadamente a los electores a través de las
corporaciones mediáticas y blindando el acceso a la competencia electoral de
las clases populares el control estaba garantizado pues bastaba con exigir
elecciones libres para legitimar el gobierno de las élites. Cuando se producía
alguna disfunción como en el caso de Chile, ahí estaba el golpe de estado para
restituir el orden. En Venezuela también se hizo ese recorrido, sin embargo, al
fallar el golpe político-empresarial-mediático del 2002 se inicia una nueva etapa,
una campaña de desgaste liderada por las corporaciones mediáticas y basada en
la reeducación del ciudadano venezolano. En esta etapa el tópico central es
sembrar dudas sobre el proceso electoral: falta de transparencia, coacción,
fraude, etc. Las elecciones venezolanas del 7 de Octubre han supuesto una nueva
derrota de la estrategia bélica contra Venezuela y su rediseño.
2.- El rediseño de la guerra y la unanimidad de la estrategia
El hecho de que no haya habido ninguna rectificación por parte de los medios de
comunicación ante el más que evidente fracaso de sus líneas editoriales –nos
apoyamos en el análisis de los medios españoles-, sugiere, sin duda, el inicio
de una nueva etapa desestabilizadora cuyas líneas maestras estaban ya en la
campaña contra el candidato Hugo Chávez.
Al día siguiente de las elecciones, con los resultados definitivos, con toda la
información que constataba la tranquilidad del proceso, la confianza de los
electores y partidos en la transparencia y fiabilidad de los resultados; con
todos estos datos, los medios españoles trazan las marcas de la nueva fase del
enfrentamiento y, de nuevo, las coincidencias son más que reseñables: 1) la
prolongación del mandato, 2) la gestión, 3) la incertidumbre y 4) la
polarización.
Aún no está definida cuál será la idea fuerza sobre la que pivoten las demás
pero todo a punta a que será la primera, es decir, la prolongación del mandato
vinculada a la matriz populismo-dictadura. Es probable que la puesta en duda de
la gestión unida a problemas no resueltos como la corrupción, el burocratismo o
la violencia, sea una línea secundaria idónea en la que, los sectores
progresistas se integrarán a la campaña mediática encontrando un espacio para
sus discursos críticos “desde la izquierda”. La tercera traza supone ahondar en
el tema de la enfermedad del presidente reforzando el imaginario que supone la
imposibilidad de continuidad del proceso bolivariano sin H. Chávez. El afecto y
la sintonía de un pueblo con su presidente –insólito en cualquier contexto de
democracia representativa- es un parabán que hay que fisurar con cuidado pues
puede volverse en contra en el contexto venezolano aunque no en el exterior. Es
probable que estas líneas secundarias se trabajen de distinta forma hacia las
audiencias europeas o latinoamericanas. Finalmente, el discurso de la
polarización del pueblo venezolano constituye un flanco muy adecuado para
seguir vinculando el proceso bolivariano a la confrontación, la división y la
exclusión.
Dos días después de las elecciones El País titula dos amplios artículos: “
Chávez logra un cuarto mandato para estar 20 años más en el poder” y “La
derrota pone a prueba la unidad de la oposición venezolana”. En el primer
titular vemos cómo no es el pueblo venezolano quien elige de nuevo a Chávez
para gobernar el país, sino que el Chávez quien logra 20 años más. Suponemos
que el jefe de redacción o los autores quisieron decir seis años más, que es lo
que durará el nuevo mandato, pero en la línea de acusar al presidente de
dictador es casi inevitable el lapsus. A la oposición se le lanza un mensaje,
la necesidad de mantenerse unida y esperar tiempos mejores. El diario ABC
después de haber difundido la victoria de Capriles el día de las elecciones,
publicaba al día siguiente un artículo cuyos primeros párrafos coreaban la
duración del gobierno con frases como “El mandatario gobernará un nuevo período
de seis años hasta 2019 con lo cual llegaría a dos décadas en el cargo” y
cuatro días después lanzaba el titular “Capriles dice que no hubo fraude, pero
que Chávez abusó de la maquinaria oficialista”; nuevamente el triunfo electoral
de H. Chávez se une a acusaciones dictatoriales. El día después de las
elecciones en una tertulia de Radio Nacional de España un comentarista explicó
a la audiencia española que también Hitler había ganado unas elecciones.
Maye Primera ejerce como paraperiodista principal del periódico El país y
registra magistralmente todos los tópicos de la nueva estrategia post-derrota
en la introducción del artículo sobre la victoria de Chávez “ la holgada
victoria de Chávez a sus 58 años, se produce a pesar del fracaso de su gestión
y de la incertidumbre que supone su enfermedad al no tener un heredero
conocido”. En general, se trata de un periodista muy poco hábil en su trabajo aunque
quizá muy a tono con el nivel intelectual y político de la propia oposición
venezolana, pero no cabe duda de que hay un diseño muy elaborado de la línea a
seguir. En esta entradilla reconoce la victoria de Chávez pero se ocupa de
señalar su edad que, aunque no es elevada para un presidente, colocada al lado
de las palabras enfermedad y heredero se convierte en un proyectil dirigido a
reforzar la idea de incertidumbre sobre el futuro. Como dijimos, el mismo día
de las elecciones publicó un artículo cuyo titular “Un país en la encrucijada”,
trataba de igualar el peso de las dos opciones electorales y en sus contenidos
se centraba en acusar al gobierno de Hugo Chávez de los índices de violencia,
la inseguridad, todo unido a la acusación de mala gestión.
El ABC continúa con la vía de la sospecha sobre el proceso electoral y después
de retirar el anuncio de la victoria de Capriles titula la noticia del triunfo
de H. Chávez “Rajoy felicita a Hugo Chávez por su “triunfo” electoral” poniendo
entre comillas la palabra triunfo. En otro artículo tituló “La UE felicita a
Chávez pero pide promover libertades fundamentales”. Radio Televisión Española
en su página web optó también por incidir en lo prolongado del mandato de
Chávez y, sorprendentemente le dedicó más espacio al candidato derrotado que al
ganador: “Chávez estará 20 años en el poder pero con una oposición más fuerte”
y “Capriles recuerda a Chávez que “hay un país que tiene dos visiones”.
Es probable que el eje de coordenadas dictadura-polarización se constituya en
el núcleo duro de la nueva fase de guerra mediática. En primer lugar porque se
da continuidad a la campaña de propaganda que ya tiene un recorrido fuertemente
asentado en las conciencias en relación a la figura del presidente Chávez,
digamos que ya hay un “buen” trabajo realizado por rentabilizar y, en segundo
lugar, porque el término dictadura compendia y personifica todas las maldades,
señala al enemigo sin que se necesite añadir ningún esfuerzo explicativo. La
polarización es una de las consignas más potentes ya que permite utilizar los
votos obtenidos por la oposición como arma arrojadiza a la vez que continúa
apuntalando el flanco más débil de la oposición, su falta de unidad. Así mismo,
ambas coordenadas son especialmente potentes dirigidas a minar el
posicionamiento geopolítico de Venezuela en el área latinoamericana dado que
las dictaduras y la división han sido dos de las lacras que más han golpeado a
los pueblos latinoamericanos.
Lo que resulta del todo evidente es que, tras la derrota de las empresas
mediáticas, la guerra contra el pueblo venezolano y la revolución bolivariana
continúa.
11 de Octubre de 2012
Ángeles Diez Rodríguez, Dra. En Cc. Políticas y Sociología, profesora de la UCM
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una
licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.