viernes, 1 de julio de 2011

DE nuevo la unidad

                                          DE NUEVO LA UNIDAD 



Hasta hace muy poco tiempo el signo fundamental de las fuerzas que lucharon por el cambio, era la división, la atomización. Era una fuerza dispersa conformada por grupos y partidos políticos enfrentados entre si, donde la falta de posibilidades de cambios radicales, las alucinaciones políticas, la inconsistencia de ideas y de planes, producía una fragmentación que agotaba toda su fuerza en estériles enfrentamientos, donde el sectarismo, el protagonismo individual, los prejuicios, los egos de "Primeros Actores" nos condujo más de una vez a divisiones que las cúpulas de Acción Democrática y Copei celebraron y en muchos casos recompensaron. En varias oportunidades reflexionando sobre esa situación, lamentábamos la ausencia de un líder que fuera capaz de despertar la emoción de luchar por una trasformación radical, que tuviera el don de comunicar a la mayoría del pueblo la necesidad de unirse y de hacer todos los esfuerzos y sacrificios necesarios, para enfrentar juntos, el régimen impuesto por los partidos políticos. Fue una larga y tenaz lucha. Llena de sinsabores, de decepciones, desilusiones, de errores. No vale pena removerlas salvo como una experiencia que para algo nos debe servir. Mucho menos para reclamar derechos o exigir recompensas sobre hechos o actuaciones del pasado propias o ajenas que en la mayoría de los casos el tiempo o la narración interesada tergiversan. 

He dicho en otras oportunidades que la unidad es una bandera y como todas las banderas su significado cambia de acuerdo a quien la proponga. Que muchas veces se utiliza para tratar de silenciar, para mediatizar a los adversarios. La sabiduría de la política está en saber diferenciar cuando es un ardid, una trampa o es una verdadera necesidad independientemente de que las apariencias indiquen algún grado de oportunismo o de apetencias individuales. 

Hoy en día cuando existe en Venezuela una fuerza popular, que si bien es cierto obedece más al carisma de un solo líder y muy poco a la internalización y a la toma de conciencia ciudadana debemos celebrar los esfuerzos unitarios, que están haciendo las diversas fuerzas que apoyan el proceso de cambios impulsado por el gobierno de Hugo Chávez Frías. Pero la unidad verdadera no es mediante acuerdos entre cenáculos dirigentes, por muy bien intencionados que sean, si esa unidad no se traduce en un convencimiento general, si no llega a la conciencia de la gente, no pasara de ser un pacto burocrático sin ninguna repercusión positiva en la conciencia de los venezolanos. Sería más de lo mismo. 

No podemos subestimar las dificultades que existen para caminar juntos, hay muchas heridas que aun no cicatrizan, mucho falso orgullo afrentado. 

Muchos resentimientos de personalidades, que se sienten relegados de un proceso del que son coautores como es el caso de La Causa R y el PPT. Sin embargo, su propia experiencia debería hacerlos reflexionar. La lucha interna que condujo a su separación estuvo llena de zancadillas, de chismes, infamias y manipulaciones por parte de ambos bandos, que prácticamente liquidaron a la organización. Si bien es cierto la afirmación de que LCR en sus orígenes era un proyecto (cívico-militar) había una diferencia en cual de los dos aspectos, se ponía el mayor énfasis que nunca se llegó a discutir de una manera fructífera. Como en los viejos tiempos, de la vieja izquierda, esa diferencia se tradujo en una pelea a cuchillo y utilizando todas las armas por el control de la organización. La candidatura de Andrés Velásquez a la presidencia en 1993 y su incapacidad para reclamar el triunfo fue producto de esa pelea interna. Por eso fracasó. A pesar de los votos obtenidos y del apoyo popular, la gente terminó percibiendo a toda LCR y Andrés Velásquez como un grupo más de arribistas políticos, que colocaba sus propios intereses por encima de los del país. Esa es la historia. Posteriormente vino la división. Necesaria, pero muy "malparida". 

Sin embargo, es posible y necesario un cambio de actitud. Debemos aprender a escuchar y a aceptar las diferencias y la independencia de criterios individuales. 

Pero no pueden negarse los aportes hechos al proceso. La democracia participativa, la democratización sindical, y la participación de los trabajadores en el gobierno, el acercamiento entre gobernados y gobernadores. La discusión como método para resolver las diferencias, aunque para nosotros mismos no funcionó, el desenmascaramiento del régimen partidista impuesto por las cúpulas AD y Copei. El proyecto Político Para Una Nueva Venezuela. El Nuevo Sindicalismo. Fueron algunas de las contribuciones hechas al proceso. 

La realidad nos está exigiendo definiciones. O estamos con este proceso o definitivamente lo adversamos. Hoy para bien y para mal no hay términos medios. Así es la vaina. Lo que sí debemos lograr es el respeto a las posiciones individuales. Que no exista un solo preso, perseguido del gobierno o relegado dentro de las organizaciones por emitir sus propias ideas.

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